Algunas cosas que NO quieres hacer en una presentación

Hace un par de semanas asistí a lo que, a priori, se presentaba como una interesante jornada sobre negocios y redes sociales. La temática del evento, en el que un experto en formación se introduciría entre los entresijos de Google y las redes sociales para ofrecer todo su potencial como herramientas de emprendeduría, auguraba una fructífera conferencia. Sin embargo, cuál fue mi sorpresa al encontrarme con algo muy diferente a lo que esperaba: una charla anodina, desestructurada y terriblemente aburrida de la que terminé por marcharme antes de tiempo.

Hace ya meses le dediqué un post a la importancia de hacer buenas presentaciones, vitales si quieres transmitir un mensaje que cale mínimamente en tu audiencia. Vaya por delante que yo no me considero ningún experto en la materia, y precisamente por eso sé bien que comunicar en público no es nada sencillo. Aunque hay personas que nacen con un talento especial para ello, lo normal es que sea necesaria mucha práctica y dedicación para lograr el efecto deseado cada vez que cogemos el micrófono.

En este caso concreto, el evento al que acudí no fue precisamente el mejor de los ejemplos, pero al menos me sirvió para reflexionar de nuevo sobre este tema y tomar nota de una serie de aspectos que, desde mi punto de vista, deben evitarse a toda costa si queremos que un discurso resulte efectivo.

Hacerte el gracioso si no lo eres. El humor es un recurso muy utilizado y altamente efectivo cuando se usa bien. Sin embargo, a menos que aspires a monologuista de la Paramount Comedy no hay razón para que te presentes ante tu audiencia queriendo ser el rey del chiste. Especialmente si además de no ser gracioso combinas los chascarrillos con una actitud inusualmente envarada. Está claro que no todo el mundo tiene la facilidad de rectificar su discurso sobre la marcha, pero si después de tres intentos estás viendo que tu público no te sigue el juego… cambia de estrategia.

Conjugar un PowerPoint jeroglífico con tu dificultad de expresión. Hay speakers que, además de ser maestros de la palabra, se apoyan en presentaciones que podrían haber firmado artistas plásticos de otro tiempo. Algunos de ellos, incluso, son tan buenos hablando que pueden permitirse el lujo de utilizar alguna chapucilla en PowerPoint, ya que focalizan toda la atención hacia sí mismos. Y el caso contrario: auténticos figuras de hacer presentaciones que, sin embargo, flojean cuando llega la hora de darle forma oral a lo que traen en las diapositivas. Lo normal, sin embargo, es saber equilibrar ambas partes de la presentación o ser ligeramente mejor en una que en otra. Pero si no eres especialmente hábil explicándote y además lo haces sobre una presentación donde se entremezclan conceptos, gráficos, capturas de pantalla e ideas a mansalva y sin ordenar… apaga y vámonos.

Distraer al público con historias personales que se van por los cerros de Úbeda. La experiencia personal del ponente, sobre todo cuando se trata de un reconocido experto con una amplia trayectoria, es sencillamente impagable. Probablemente es lo que más puede llegar a enriquecer una presentación, porque aporta una visión real de casos concretos que se dan en el día a día. Pero dedicarte a contar anécdotas personales que poco o nada se relacionan con el hilo del discurso es, cuando menos, poco útil. Si ya tienes al público centrado en lo que estás contado no harás más que distraerlo, y si ya de por sí éste andaba distraído contribuirás a que, directamente, deje de prestarte la poca atención que tenía puesta en ti.

Presentar como historias reales lo que son anuncios patrocinados. Vale que la jornada sobre la que vienes a hablar tenga un claro patrocinador. Vale que tu propio negocio sea impartir formación sobre las herramientas que ofrece esa misma empresa. Pero por lo menos sé original y cúrratelo con los ejemplos. Presentar como “casos de éxito” vídeos elaborados por el propio patrocinador es la mejor manera de que tu público desconfíe de lo que le estás vendiendo, cuando podrías haber encontrado multitud de historias reales mucho más creíbles.

Son sólo algunos ejemplos, pero seguro que muchos de vosotros habéis “sufrido” exposiciones que adolecían de éstos u otros errores. Para terminar, me gustaría dejaros con este estupendo video en el que el cómico Don McMillan hace un divertido resumen de los fallos más comunes que podemos encontrar en una presentación PowerPoint. ¿Cuáles otros señalaríais vosotros?

Día de Acción Blog 2010: el agua

Como muchos ya sabréis, hoy 15 de octubre se celebra el Día de Acción Blog, una iniciativa internacional que pretende concienciar a la sociedad en general acerca de una determinada cuestión mediante un gesto sencillo pero a la vez enormemente complicado: lograr que miles de blogueros de todo el mundo escribamos en nuestros espacios personales sobre un mismo tema en un mismo día. El propósito principal del Día de Acción Blog es, de este modo, generar un debate que atraiga la mirada de los usuarios de Internet, cambiando la conversación de la web durante una jornada y focalizando la atención en el tema social propuesto.

Este año, tras haber debatido desde 2007 sobre el medio ambiente, la pobreza y el cambio climático, la conversación está girando en torno al agua: el líquido elemento que en los países que nos llamamos “civilizados” contaminamos y desperdiciamos sin tener en cuenta el daño que hacemos a nuestro planeta y a nosotros mismos. Y es que leo precisamente hoy en ABC que nuestros mares y océanos rebosan con más de 13.000 piezas de desechos plásticos por kilómetro cuadrado, y no puedo encontrar un tema más apropiado sobre el que llamar la atención en este Día de Acción Blog 2010.

A veces da la sensación de que sólo grandes tragedias medioambientales retransmitidas en directo, como el tristemente reciente vertido de BP en el Golfo de México, son las que contaminan las aguas que son fuente de toda vida. Nos olvidamos, sin embargo, de que somos nosotros los que contribuimos con nuestro amargo granito de arena a que cada día terminen en el mar aproximadamente 8 millones de piezas de basura, no sólo afeando el paisaje y contaminando sus aguas, sino también produciendo la muerte de más de 100.000 animales marinos cada año. Es tal la acumulación de desechos que los expertos han llegado a contabilizar hasta cinco importantes núcleos de vertidos en nuestros océanos, de los cuales uno de ellos, situado en el Pacífico Norte, concentra millones de toneladas de residuos plásticos en una región de 1,7 millones de kilómetros cuadrados. Todo un “monumento” a nuestra inconsciencia que ya ha sido calificado por los científicos como el “séptimo continente”. Aquél en el que ninguno de nosotros quisiera vivir, pero que todos hemos contribuido en construir.

Limpiar nuestros mares y océanos de tanta porquería requiere de mucho tiempo, esfuerzo y dinero. En cambio, ser conscientes de la importancia del agua en nuestro mundo es tarea muy sencilla. Tanto como ejercer la responsabilidad que todos tenemos de cuidar el elemento que no sólo nos ha dado la vida, sino que nos permite mantenerla. Ojalá este Día de Acción Blog 2010 sirva para que nos demos cuenta.

De redes sociales y recursos humanos

En los últimos días vengo manteniendo en Linked In, junto a varios emprendedores y empresarios de diversas áreas, un interesante debate en torno a las redes sociales y los departamentos de recursos humanos en las compañías españolas. La pregunta original era si RR.HH. está liderando en las empresas la adopción de éstas de manera correcta, y en caso negativo por qué no se está haciendo bien.

Como en cualquier debate que se precie, y más aún si contribuyen a él profesionales con experiencias y perspectivas amplias y variadas, se están aportando interesantes visiones sobre la cuestión aunque, desgraciadamente, para llegar a la misma triste conclusión: los responsables de recursos humanos, en general y sobre todo en las pymes, siguen anquilosados en visiones tradicionalistas que en nada favorecen la inclusión de las redes sociales en nuestro tejido empresarial.

En pleno siglo XXI y con cientos de casos de éxito de negocios en muy diversos sectores, resulta cuando menos sorprendente que gerentes y directores de empresas españolas sigan empeñados en identificar redes sociales con pérdida de productividad, tiempo y dinero. Parece que ni los informes que ya han demostrado que la productividad española está por los suelos desde mucho antes de que se inventaran Facebook, Tuenti y otras herramientas Web 2.0, ni los estudios sobre cómo éstas contribuyen a la mejora del rendimiento laboral, son suficientes para convencer a algunos escépticos. Como resultado, la mayor parte de los departamentos de RR.HH. de las pymes y de algunas grandes empresas siguen más preocupados de prevenir el acceso de sus empleados a las redes sociales, que de generar verdaderas políticas corporativas que ayuden a integrar su uso durante la jornada laboral.

Y en vuestras empresas, ¿cómo se está gestionando la incorporación de las redes sociales desde RR.HH.? ¿Existen rígidas medidas establecidas o las normas a seguir se basan más en el sentido común? ¿Cómo creéis que evolucionará esta tendencia en las compañías españolas?
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